lunes, enero 22, 2018

Takemitsu y la musique informelle



Una mirada sobre Toward the Sea desde Theodor Adorno

Cada vez que se añaden notas a una música en contra de sus expectativas,
su deseo de comunicación se desvanece [1]
Toru Takemitsu
Figura 1 – Toru Takemitsu
Toward the Sea es una obra para flauta en sol y guitarra compuesta en 1981 por Toru Takemitsu (1930-1996). Tiene una duración total de once minutos y se divide en tres secciones: “The Night”, “Moby Dick” y “Cape Cod”. Los títulos de las secciones hacen referencia a la novela Moby Dick (1851), del escritor estadounidense Herman Melville. Es un homenaje al mar y a todas las criaturas que lo habitan y fue encargada para una campaña de Greenpeace destinada a salvar a las ballenas de la extinción. En este texto analizaremos Toward the Sea a partir de la idea y los conceptos que propone T. W. Adorno en su texto “Musique informelle”[2].
En sus composiciones, Takemitsu recibió influencias de Edgard Varèse, Arnold Schönberg y Anton Webern. Decía Takemitsu que “los sonidos tienen libertad para respirar… así como uno no puede planificar su vida, no puede planificar la música”.[3] No se ceñía a ninguna regla y es así como jugaba con ellas y polemizaba contra las estructuras rigurosas del serialismo.
Takemitsu escribió esta obra a los 51 años de edad, época en la que estaba interesado en los planteos sonoros de Debussy, Messiaen y Cage. De este último, rescata el énfasis en los timbres de cada sonido y la noción de silencio. Cabe destacar que el interés de Cage por la práctica zen hizo renovar en Takemitsu la posibilidad de incorporar elementos de la música tradicional japonesa, ya que por muchos años había tratado de que su música no fuera estereotipadamente oriental, y agradeció públicamente a Cage, quien revalorizó su tradición e incluso comenzó a utilizar instrumentos tradicionales japoneses en sus obras. Para ese entonces Takemitsu comenzó el estudio del biwa como medio de su expresión musical, instrumento que utilizó para la banda de sonido de la película Seppuku (1962), de Masaki Kobayashi.
Desde el comienzo, en “The Night”,  primer movimiento de Toward the Sea, se pueden encontrar claramente doce sonidos, procedimiento que nos haría pensar en una obra dodecafónica o serial. Sin embargo, advertimos que esta serie es un “agregado” que deliberadamente Takemitsu propone y abandona, ya que no vuelve a aparecer más en el transcurso del análisis, como en ninguna de sus transformaciones o elaboraciones. Adorno expresa que el compositor solo comienza de verdad cuando la disposición de los doce sonidos está preparada. Alude a una composición dodecafónica o serial, no dejando las notas “libres”; pero en este caso, sin embargo, tenemos los doce sonidos libres para la paleta del compositor. De esta manera, Takemitsu rompe la cadena que el dodecafonismo le había puesto a la música en vez de liberarla.  En su crítica a Schönberg, Adorno afirma que dicho modo de componer frena y encorseta el material de forma demasiada rígida. Opone a las técnicas clásicas una propuesta alternativa a la que llama musique informelle, la cual “[…] tendría que plantearse de nuevo la idea de una libertad no revisada, sin concesiones” [4]. ¿Sería la propuesta de Toward the sea, los doce sonidos libres y emancipados, una expresión de musique informelle?
La aproximación de Takemitsu a la música no temática –una música cuyos materiales se escuchan una vez y no se repiten– y la cohesión de la obra las logra con la elaboración de las tres notas, Mib, Mi y La. Estas tres clases de altura forman el tricordo 3-5[5]. Llamó a este tricordoSea of tonality”, ya que estas tres clases de altura, forman la palabra “Sea[6], representación simbólica del mar que constituye el núcleo generador de la obra, como se ve en la Figura 2. 

Figura 2 Representación simbólica del mar por el tricordo 3-5

Además, Takemitsu usa el tricordo 3-8, (Figura 3), como motivo o núcleo complementario que contrasta con el tricordo anterior 3-5.
Figura 3 Tricordo (3-8)
El tricordo Sea también es utilizado por Takemitsu para obras posteriores, como Rain Tree Sketch (1982) y I Hear the Water Dreaming (1987), recurriendo al tricordo para indicar la presencia del mar, e incluso para obras que no refieren al mar especialmente, como A Flock Descends into the Pentagonal Garden (1977).
El uso del tricordo en Toward the Sea, especialmente en el primer movimiento, está muy presente, dándole color a la obra. El tricordo no aparece como temático al comienzo, se observa un cierto grado de libertad, y recién surge con claridad en los compases de la Figura 4 (fragmento del final del primer movimiento) como si “emergiera a la superficie del mar”. Un fragmento que nos recuerda a El mar de Debussy. ¿Será este un homenaje de Takemitsu a Debussy, su primer maestro?
Cuando la guitarra y la flauta realizan la cita a El mar de Debussy, aparece dos veces el tricordo, una vez como trémolo de color y luego con los sonidos normales de la flauta, como si “emergiera del mar”. Esta repetición del tricordo produce el efecto mimético del canto de la ballena. De alguna manera, así como la flauta imita a la ballena, la guitarra produce la imagen sonora del mar. Siempre que aparecen los tricordos se elaboran, ya sea por transposiciones, alterando el orden de las notas o realizando inversiones. Como si éste fuera el pensamiento heracliteano de que nadie entra en el mismo río, sino que por el ímpetu y la velocidad de los cambios todo se dispersa y nuevamente se reúne. Así funcionan los tricordos en el primer movimiento, mezclándose con otros conjuntos de clases de altura.
Figura 4 Fragmento sobre el final del primer movimiento de Toward the Sea
El tricordo 3-5 lo encontramos por primera vez en el comienzo de la guitarra y en la primera frase de la flauta del primer movimiento, y por última vez se escucha en las tres últimas notas de la flauta, correspondiendo al último movimiento de la obra (Cape Cod), como ilustra la Figura 5.
Figura 5 Fragmento final del tercer movimiento de Toward the Sea – Cape Cod
Cabe destacar que, por ejemplo, en el primer movimiento (“The Night”), todas las veces que irrumpe el tricordo no es textual, sino que aparece con distintas transposiciones.  Incluso, cuando Takemitsu usa el tricordo con el mismo tipo de clase de altura, no lo hace con la misma dirección o el mismo ordenamiento. Dicho brevemente, los materiales en ningún momento se repiten de la misma forma.
El título de la obra tampoco es ajeno a los coqueteos de Takemitsu con el dodecafonismo, ya que contiene doce letras. A su vez, se divide en grupos de seis (Toward), tres (the) y tres (Sea). Por otro lado, la palabra “Sea”, notación alemana (mib, mi y la) es el tricordo núcleo generador que estructura la obra (como se vio en la Figura 2).
Pese al guiño inicial con el número 12 (que está en el título y en el agregado de los 12 sonidos de la primera frase), habría que mencionar que si bien Takemitsu establece juegos numéricos, no es estricto con la numerología y los tiempos ni sigue reglas definidas, a diferencia de Schönberg, que en obras como Pierrot Lunaire[7], mantiene relaciones más estrechas con ciertos dígitos.
No hay, sin embargo, tratamiento serial o dodecafónico. Los 12 sonidos agregados en la primera frase no son tomados en cuenta para el desarrollo. Solo se usa el tricordo "Sea" antes mencionado y el 3-8. Por lo tanto no es una composición que esté realizada con doce sonidos mutuamente referidos, como prescribía Schönberg, sino que es más cercana a la idea de Messiaen de que los sonidos "no funcionan, existen". Cage, en conexión con Takemitsu, le atribuyó una fuerza metafísica al sonido “liberado de todo armado y superestructura”[8].
Cage hablaba del "interior del sonido”. Takemitsu se apropia de este concepto, que se refiere a todos los tipos de vibraciones que son aceptadas como musicales, yendo más allá de las superficiales convenciones para componer música. Por ejemplo, al comienzo de Toward the Sea realiza un sonido pobre en armónicos, con hollow tone, que gradualmente se vuelve pleno, emana de las entrañas, como si paulatinamente cobrara vida, como si emergiera y naciera de la partitura hacia el espacio sonoro.

Dice Takemitsu: “Un sonido es, sin duda, algo vivo. Es como la naturaleza, que no tiene individualidad. Igual que las transformaciones de viento y agua son complejas, un sonido se hace rico o incluso pobre. Eso depende de cómo nuestras sensibilidades acepten el sonido. Nosotros los compositores no deberíamos asumir una actitud arrogante frente al sonido, porque escribimos música en colaboración con sonidos. Lo que importa es cómo podemos hacer realmente natural el acto artificial de escribir música.”[9]
La búsqueda sonora de Takemitsu no es la reducción a las alturas desprovistas del concepto de relación. Simultáneamente, no toma las notas aisladas, sino que las relaciona entre sí, de manera que una no exista sin la otra. Esto lo podemos escuchar tan solo con la complementación de los sonidos de la flauta y la guitarra. Tampoco hay una praxis serial, siendo éste otro motivo que afilia la obra a la musique informelle, sobre la que dice Adorno: “no hay sonidos sin relación, ni relación sin sonidos. […]La hipóstasis de la relación sería presa del mismo pensamiento originario que a la inversa el recurso al nudo sonido”[10].  Esta dicotomía es superada por Takemitsu. Los sonidos están relacionados, con libertad y sin superestructuras, dándole importancia también al silencio. Esta indicación le da espacio suficiente al músico para su imaginación e  interpretación. Construye la sorpresa del oído imaginativo por obra del fenómeno sonoro. Dice Adorno: ”La musique informelle sería la imaginación de algo no totalmente imaginado… una crítica del pasado”.[11]
El funcionamiento del tempo y el tiempo resultante en la obra parecen totalmente libres cuando se escucha. No obstante, vemos en la partitura que el tiempo no está librado al azar. Aunque no hay indicación de compás, hay cierto grado de libertad, al menos en la partitura original para flauta y guitarra[12].  Las indicaciones de tempo son aproximadas y los agrupamientos rítmicos están escritos de forma tradicional. En cuanto a los silencios, están indicados en segundos. Estas indicaciones acerca de las duraciones son sugerencias de libertad. Tal vez ésta sería la flexibilidad del ritmo que Adorno quería para la música informal.
¿Estaremos en presencia de una composición lograda, que surge fresca como algo nuevo? Una obra en donde el sonido actúa, hay juego de libertad en la métrica y especialmente en los silencios, sin perder la unidad, una obra de arte como unidad orgánica, una “obra redonda” según la definía Adorno[13].
Takemitsu elabora una poética musical que halla su inspiración en los sonidos cambiantes de la naturaleza. No en vano fue discípulo de Messiaen, que encontró una fuente creativa para su escritura en el canto de los pájaros. Dice Takemitsu: "Se ha demostrado que los delfines se comunican no con sus juguetonas voces, sino con los variados intervalos de silencio entre los sonidos que emiten -un descubrimiento que induce a pensar"[14] y también, en relación a los delfines y los silencios: “Me imaginé entender el lenguaje de los pájaros. Siempre cambiantes… los pájaros nunca repiten… el brillo de las orquídeas doradas… la lluvia… el viento”.[15]
Takemitsu escribe esta obra por encargo de Greenpeace. Esta relación de mecenazgo plantea la pregunta de si el artista, en este caso Takemitsu, pierde su autonomía a la hora de componer, problema que para Adorno es decisivo en los compositores de vanguardia, no masivos, del siglo XX y también del siglo XXI, que deben recurrir a un financiamiento para poder trabajar. Adorno encuentra que “casi todas las obras arriesgadas que aún se pergeñan no son vendibles en el mercado, sino que las pagan mecenas e instituciones, […] la verdadera razón es la creciente concentración económica y la extinción de la libre competencia.”[16] Adorno se pregunta si esa dependencia económica limita las libertades del artista. Sin embargo, en este caso, ¿veríamos un conflicto entre encargo y autonomía, que derivaría en una composición “hecha de mala gana, atropelladamente”[17]?. Porque aquí el artista no hace una obra panfletaria, para un partido político o un interés empresarial, sino que logra expresar el contenido de un objetivo (salvar a las ballenas) sin resignar la audacia artística: tanto el nombre de la obra como sus movimientos y la “Sea of tonallity"[18] son un homenaje al mar y a las criaturas que lo habitan. El encargo y la autonomía no son tratados a fuerza de una presión económica de la organización, integrantes en una falsa identidad, sino que por el contrario son aliados en la misma lucha. Tampoco se trataría de una obra que relega el contenido artístico a la mera propaganda.
Hay un verdadero dominio de la técnica artística y compositiva, como se puede escuchar y ver claramente en el análisis de la partitura. La claridad de la escritura de Takemitsu facilita al interprete en su resolución. Esta integración de ideas y de comprensión estructural entre compositor e intérpretes renueva la musicalidad.
 La música informal es un poco como la paz perpetua de Kant, que él pensaba como posibilidad real, concreta, que puede realizarse, y sin embargo no sino como idea. La figura de toda utopía artística hoy en día es hacer cosas de las que no sabemos lo que son”, concluyó Adorno sus reflexiones sobre la “musique informelle”. [19]
Precisamente esa es la utopía artística que encontramos en Toward the Sea, una partitura que intenta buscar en el mar y la naturaleza los sonidos que no han sido escuchados y que aún ignoramos cuáles son.

Saúl B. Martin


[1] Enrique Blanco, http://enriqueblanco.net/enrique-blanco/escritos/perfiles-de-algunos-compositores/perfil-de-toru-takemitsu/ (Recuperado 21 de noviembre de 2014, 09:48 horas).
[2] Th. W. Adorno, Vers une musique informelle, Escritos Musicales I-III – Akal (1961) p. 503.
[3]  World News, http://wn.com/t%C5%8Dru_takemitsu?upload_time=all_time&orderby=viewCount (Rec. 15 de octubre de 2011, 18:10 hs.) World News, http://wn.com/t%C5%8Dru_takemitsu?upload_time=all_time&orderby=viewCount (Rec. 15 de octubre de 2011, 18:10 hs.)
[4]  Esta crítica de Adorno a Schönberg la podemos encontrar en las siguientes referencias: 
·        Th. W. Adorno, Idea de la técnica dodecafónica, Filosofía de la nueva música, Akal (2003), p. 60.
·        Th. W. Adorno, “Vers une musique informelle”, Escritos Musicales I-III, Akal, p. 508.
[5] Joel Lester, llama así al conjunto o grupo de tres clases de altura, los conjuntos de clases de altura nos proporcionan una herramienta analítica para el estudio de las melodías, las armonías y la interacción entre melodía y armonía en la música no tonal. Joel Lester, Enfoques Analíticos de la Música del Siglo XX, Akal 2005 (español). P. 90.
[6] “Sea”: Es, E, A de la notación musical alemana. Figura 2
[7]  Schönberg, en su fascinación por la numerología, pone de manifiesto en Pierrot Lunaire, siendo su número preferido el 7, también otros números claves son el 3 y el 13. Los podemos encontrar en el nombre “Pierrot Lunaire” (7 letras cada palabra), 3 partes de 7 números, son 7 los músicos, contando el director. El primer verso de los poemas se repite en la línea 7 y el 13, siendo un total de 13. Está escrito como Op. 21, son 21 números, lo empezó a escribir 12 de marzo (3) de 1921 (12 retrógrado de 21) y lo terminó de escribir el 9 de Julio (7) del mismo año. Comienza el primer movimiento de Pierrot, con 7 notas, en el piano, gesto que le da la personalidad al movimiento y se constituye un material para la elaboración, y se repite textual al final del mismo.
[8] Th. W. Adorno, “Vers une musique informelle”, Escritos Musicales I-III, Akal, p. 518
[9] Enrique Blanco, Op. Cit.
[10] Th. W. Adorno, “Vers une musique informelle”, Escritos Musicales I-III, Akal, p531
[11] Ibid. p. 532
[12] Esta obra fue compuesta originalmente para flauta en sol y guitarra. Takemitsu, quien realizó versiones de la misma para flauta en sol, arpa y orquesta de cuerdas (1981) y una tercera escrita solo para flauta en sol y arpa. También se puede encontrar una versión para flauta y marimba, donde la marimba lee la partitura de la guitarra en forma textual. Versión aprobada por el mismo Takemitsu.
[13] Pablo Gianera, “La música en el grupo Sur”, Eterna Cadencia (2011) p. 23
[14] Enrique Blanco, Op. Cit.
[15] Toru Takemitsu, Confronting Silence, Selected Writings, Fallen Leai Press, Tr. El Autor.  p. 29
[16] Adorno, Th. W. (2003), “Insensibilización “en Filosofía de la nueva música, Madrid Akal, p. 28 – 29.
[17] Ibid.
[18] No nos referimos a la tonalidad funcional, sino a la que Takemitsu llamó la “Sea of tonality”, la formada por el tricordo “Sea”. En una conferencia que dio en Tokio en 1984, se refirió a esta como una búsqueda de un plan tonal, que consistía de un motivo de semitono y una cuarta perfecta. Convirtiendo al tricordo en núcleo generador de varias de sus obras atonales posteriores, dándole a Takemitsu un énfasis en el elemento melódico que comenzó en el último período.
[19] Th. W. Adorno, Vers une musique informelle, Escritos Musicales I-III – Akal (1961) p. 549.

martes, junio 20, 2017

Ensayo frágil a la introducción de un libro de Gianera


            Ensayo frágil a la introducción de un libro de Gianera

Mi punto de partida lo voy a improvisar, como corresponde en este comentario a la Introducción de Pablo Gianera, de su libro sobre improvisación, indeterminación y azar en la música, llamado Formas Frágiles[1].
En esta improvisación en cámara lenta, claro que no hago un discurso improvisado, sino que lo escribo. Sin embargo, los pensamientos se ordenarán, o tal vez no…
Por un lado, intento escribir con coherencia y reflejar esta introducción en este escrito, mientras las ideas se cruzan y mezclan. Por el otro lado, y como dice Gianera no es la superstición de la libertad inmoderada sino que, me tengo que subordinar a ciertas leyes que no puedo eludir, al menos las que conozco o puedo aplicar. Pasa como en la música cuando más elementos técnicos y expresivos se tienen, también se reflejan en la obra escrita o en la improvisación. Esta última se realiza en tiempo real, y es el improvisador un virtuoso del peligro, casi un aventurero cercano al adúltero y al jugador.
De esta manera, la idea se expresa en la introducción en pensamientos “libres” y citas, para explicar la improvisación en la música. Una de esas citas, y creo que sintetiza cómo debería pensarse a la improvisación, es la de Arnold Schönberg  “después de todo, un improvisador debe anticipar antes de tocar, y la composición es una improvisación en cámara lenta”.
La Introducción nos promete encontrar en Formas Frágiles cómo los músicos juegan con materiales, los organizan o les dan forma con una lógica propia. Coincido con la expresión que el problema de la música no sea el sentido sino la forma, por eso creo que es una buena idea el nombre del libro.
Pese a la presunción de unidad de la obra, es posible hacer una lectura de cada capítulo en forma autónoma. No obstante, hay una conexión para leerlo en el orden propuesto. Cada uno de los capítulos se aborda un compositor no solo a una forma particular de resolver la tensión y descontrol, sino también a una vida y una experiencia de cómo abordar lo estético.
Mi punto de llegada espero que sea el punto de partida para un lector de Formas Fragiles.



[1] Pablo Gianera, Formas Frágiles, Improvisación, indeterminación y azar en la música. 1ra. Ed. – Buenos Aires, Debate, 2011 – (Ensayo) 160 p.

martes, enero 26, 2016

Meditación ¿Cómo se hace?



Muchas veces me preguntan ¿Cómo hago para meditar? Aquí una guia fácil y práctica para aprender y practicarlo.
Posted by Julio Bevione on lunes, 11 de enero de 2016

jueves, julio 26, 2012

Concierto de Claire


Claire Chase


Un Jueves de Julio, en el auditorio del Conservatorio Superior de Música “Manuel de Falla”, se preparaba una consola, un par de micrófonos, una computadora. Una flautista con sus cuatro flautas: piccolo, flauta en do, flauta en sol y flauta bajo, conversaba con las pocas personas que en ese momento estaban allí. Hasta este momento, un día normal del conservatorio, una audición más se estaba preparando, sobre la hora, vino todo el público, el auditorio se llenó y los sonidos  lo invadieron. 

Comenzó el concierto con Vermont Counterpoint (1982) de Steve Reich y con él  la magia, el público ya se entregaba a los sonidos de Claire Chase, así se llamaba  la flautista, que algunos de nosotros , ya habíamos conocido en una masterclass dictada por ella, en este mismo conservatorio, el martes anterior,  jornada que fue brillante por cierto.

Luego siguió la ya clásica Sequenza (1951) de Luciano Berio, con una interpretación con mucha musicalidad y humor, nos entregó la obra para que la disfrutáramos sin demostrarnos la complejidad técnica de  la composición de Berio, gracias al dominio y conocimiento que Claire Chase tenía de la obra, que además ejecutó de memoria, como la obra de Steve Reich.

Cuando llegó el momento de escuchar la  Tocata y fuga en re menor,  de Juan Sebastián Bach, en  el arreglo para flauta sola de Salvatore Sciarrino, en el cual tanto el arreglo como en la interpretación de Claire, no solo se pudo escuchar esta obra original del repertorio para órgano, con flauta, que solo la conjunción de la interprete y el arreglo de Sciarrino pudieron realizar, ya para este momento la conexión de Claire Chase con el publico, que gracias a la música era indisoluble.

Luego siguieron 60! de Marcelo Toledo, Glacier (2011) de Dai Fujikura y para finalizar Descent from Parnassus (2012) maravillosa obra de Marcos Balter, donde Claire Chase desplegó todas sus dotes de una performer con todas las letras.

Con todo el publico en sus butacas, nos brindo un Capriccio de Paganinni, el 24 como bis y cierre de un concierto con obras fantásticas que Claire Chase, supo apropiarlas para brindar a un público en su mayoría flautistas, alumnos  y profesores del conservatorio,  que quedamos encantados por la magia de esos sonidos.

Concierto realizado en la Ciudad de Buenos Aires, en el Auditorio del Conservatorio Superior de Música “Manuel de Falla” el jueves 5 de Julio de 2012 a las 19:00 horas. 
Saúl Martín